Amigo Ignacio:
Te lo copio al final de este mail.
Como siempre, mis disculpas por estos problemas
técnicos.
Carlos dragoninvisible@gmail.com
-------------------------------------------------- From:
"Ignacio Darnaude" <ummo@hispavista.com> Sent: Sunday, June
07, 2009 2:41 PM Subject: Re: Boletin
Muchas gracias , amigo Carlos Alberto. Al abrir tu
archivo adjunto sólo aparecen en pantalla una serie de cuadraditos
, pero no tu excelente Boletín. Un
abrazo.
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EL
FUEGO DEL DRAGON BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA Nº 130 - Junio
de 2009
Editado por Carlos Alberto Iurchuk La Plata -
Argentina dragoninvisible@gmail.com "El Dragón
Invisible" http://correo.hispavista.com/Redirect/dragoninvisible.com.ar
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Se
permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los
artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se
agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del
boletín.
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La
revisión del caso Amaya
Oscar Adolfo
Uriondo
Buenos Aires -
Argentina
oscaruriondo1@hotmail.com
El caso,
cuya revisión emprendemos ahora, se remonta a mediados de la década
del cincuenta, casi en coincidencia con la gran oleada europea de
1954. El incidente había permanecido inédito hasta el momento de su
registro -ca. 1971- y de su ulterior publicación en 1973.
A
partir de entonces, el mencionado evento y sus pormenores recibieron
difusión periodística en publicaciones del país (CEFAI Revista, a.2,
nº 1, set. 1973; ATOM, a.1, nº 4, jun., 1974) y del extranjero
(Stendek, Barcelona, a.11, nº 39, 1980; The Mufon UFO Journal, nº
139, sept. 1979; UFO-nachrichten, okt., 1978).
No obstante el
tiempo transcurrido, el caso reviste especial interés porque
concierne a un supuesto aterrizaje de OVNI, asociado con entidades
tripulantes, que fue aparentemente observado por personas
responsables.
Una circunstancia fortuita me permitió
enterarme de su existencia. En efecto, dirigía por entonces la
biblioteca del Banco de la Provincia de Buenos Aires y en ese
momento el Dr. García Holgado, catedrático universitario, concurría
asiduamente a la biblioteca para preparar un estudio monográfico
acerca de la historia de dicha institución bancaria.
En
conversaciones ocasionales, el Dr. García Holgado, enterado de mi
interés por el tema de los OVNI, mencionó que una de sus hermanas -
la Sra. María Luisa G.H. de Amaya - había tenido, tiempo atrás, una
experiencia muy insólita concerniente a tal fenómeno. Incluso me
proporcionó el número telefónico de su hermana. Así pude tomar
contacto con ella para convenir una futura entrevista, y finalmente
tuve ocasión de conocer a la Sra. de Amaya , visitándola en su
domicilio.
Fue así, que en dos oportunidades, con un
intervalo de casi un año entre ambas, entrevisté a la testigo, en
una tarea de encuesta de varias horas de duración. Nuestra
conversación , ocurrió de manera distendida e informal, en virtud de
la actitud cordial y abierta, de plena colaboración, por parte de la
Sra. de Amaya. Adquirí, de ese modo, un conocimiento directo de la
personalidad de la testimoniante.
La Sra. de Amaya, había
nacido en España, pero se hallaba radicada en la Argentina desde
hacía mucho tiempo. Había egresado como profesora de Historia en la
Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires;
además era concertista d piano.
Sus intereses. no guardaban
vinculación alguna con los entonces llamados "platos voladores",
sólo a posteriori de su observación acudió algunas conferencias
sobre el tema; pero no había leído ningún libro al respecto. Su
carácter no era nada proclive al misticismo y sí realista -con los
pies bien posados en tierra- y de sano sentido del humor.
Impresionaba como una persona sincera, responsable, equilibrada y
culta. Su vida, luego de la insólita experiencia, continuó
normalmente, sin conversiones esotéricas, dedicada a su actividad
pianística .Tiempo atrás, la señora había adoptado una niña que en
la época de las entrevistas tendría unos 6 ó 7
años.
El testimonio de la Sra. de
Amaya
Hemos subdivido el desarrollo de los hechos
(según surgen de la narración de la testigo) en seis fases
sucesivas.
1) El comienzo del viaje: En la madrugada
del 28 de diciembre de 1954, la Sra. de Amaya viajaba con un grupo
de artistas españoles, por la ruta nº 143, que une San Rafael con
Mendoza. El grupo incluía entre otros a María Antinea -cancionista
de vasta actuación de la década del cincuenta-, su esposo Sr.
Enrique Kotliarenco, el empresario artístico Agustín Romano Gaeta, y
la pareja de baile flamenco Sol y Terremoto (Soraida Escudero de
Fernández y Francisco Fernández). Todos ellos habían participado de
la inauguración de una estación de radio en la primera de las
ciudades nombradas y se dirigían a la capital de la provincia para
una nueva actuación. Eran siete personas (tal vez más) en total,
ubicadas en un automóvil de gran capacidad (Packard o
Buik).
Habían cenado muy tarde (más de las dos de la
madrugada) y hablaban de temas diversos, en nada concernientes a
OVNIs o a lo sobrenatural.
2) Percepción de un fenómeno
luminoso: Serían aproximadamente las 3:30, cuando de pronto uno de
los viajeros llamó la atención sobre un resplandor que provenía del
costado de la ruta, a mano derecha. Inicialmente pensaron que se
trataba de un fogón y tal suposición motivó algunas bromas sobre las
inhabituales costumbres de los lugareños. Pero pronto descubrieron
que no era ese el caso.
3) Percepción de un objeto anómalo:
Posado en un campo próximo, a unos 150 ó 200 metros de distancia de
la ruta, se hallaba un objeto luminoso que irradiaba una luz azul
intensa, pero no deslumbrante, que semejaba por su color la llama
del alcohol muy puro o la de una soldadura autógena. Tenía la forma
de dos platos hondos superpuestos, unidos por el borde. De su franja
ecuatorial surgía la luminosidad azulada y también una especie de
neblina. Impresionaba como algo sólido y material, aunque no se
advertían en él detalles de estructura (ni puertas ni ventanas). Era
de grandes dimensiones, "como un ómnibus". La luz que emanaba del
mismo en ningún momento encegueció a los testigos, de modo que
pudieron observarlo sin dificultades.
4) Percepción de
entidades humanoides: Los testigos, muy intrigados, detuvieron el
automóvil, descendieron de él y se acercaron al extraño objeto.
Cuando se hallaban a media cuadra, aproximadamente, notaron que
junto al objeto había dos figuras humanas. Una de ellas estaba de
pie; la otra en cuclillas. Su vestimenta consistía en un buzo
enterizo, de color oscuro, que se prolongaba cubriendo la cabeza con
una especie de capuchón o casco, similar al que usan los operarios
en las fundaciones; incluso les pareció que la cara estaba protegida
por un material transparente, como mica. No pudieron en cambio
distinguir detalles del rostro.
El individuo que estaba en
cuclillas se incorporó y ambos seres ingresaron en el OVNI por una
especie de puerta corrediza que, como un rectángulo oscuro, se abrió
contra el fondo luminoso. Para transponerla levantaron mucho los
pies, como si debieran superar un umbral o como si la puerta
estuviera a cierta altura. La talla de los dos tripulantes era la de
un hombre de estatura media y su apariencia esbelta. No se les
alcanzaba a divisar los brazos y se movían con rigidez.
5) La
"persecución": Al cerrarse la puerta, el objeto comenzó a echar
humo, gas o vapor por la zona ecuatorial, a la vez que en completo
silencio se elevaba verticalmente -como un ascensor- para detenerse
a unos dos metros del suelo. Entonces se encendieron dos luces rojas
-una arriba, otra abajo- a cierta distancia del cuerpo del OVNI.
Dichas luces se encendían y apagaban alternativamente y los testigos
supusieron que debían estar en las extremidades de sendas antenas;
aunque éstas no eran visibles.
Alarmados, los testigos
volvieron apresuradamente al automóvil, en tanto el OVNI comenzaba a
realizar una serie de maniobras en zigzag, con detenciones bruscas,
quedando suspendido en el aire a veces, y moviéndose en ángulos
agudos. Subieron todos al coche y emprendieron la marcha a gran
velocidad. El OVNI se puso a seguirlos, colocándose a uno y otro
lado del vehículo, o bien directamente por encima de él. Los
movimientos eran tan rápidos que los cambios de posición parecían
instantáneos.
Con las primeras horas del amanecer y la tenue
neblina que se levanta en ese momento, dejaron de verlo. Por un rato
creyeron que el planeta Venus, que brillaba intensamente, era el
objeto que continuaba siguiéndolos.
6) La reunión en Mendoza:
Cuando llegaron a la ciudad de Mendoza, el empresario del grupo de
artistas españoles, Sr. Romano Gaeta, sugirió que para descartar la
posibilidad remota de una alucinación colectiva, descansaron todos
un rato y se reunieran luego para dar, de manera independiente, la
propia versión de la experiencia vivida. Así lo hicieron, y todas
las descripciones fueron esencialmente idénticas, salvo en el
lenguaje utilizado.
Dado el carácter profesional de
los testigos, se decidió no dar a conocer a la prensa el episodio, a
fin de evitar que se pensara en un truco publicitario. Sin embargo,
la Sra. de Amaya llamó por teléfono a su madre, tal había sido el
impacto emocional recibido.
La opinión unánime de los
protagonistas fue que estaban en presencia de un artefacto aéreo no
terráqueo. Además, la Sra. de Amaya señala que en un principio los
testigos no tuvieron miedo, sino más bien curiosidad; sólo se
atemorizaron cuando el OVNI comenzó a seguirlos.
La
reencuesta del Dr. Roberto Banchs
A mediados de 1985
-más de 30 años después de ocurrido el avistamiento de Mendoza- el
investigador Roberto Banchs, emprendió la tarea de completar el
relato de la Sra. de Amaya, con las experiencias narradas por los
otros integrantes del grupo artístico que acompañaba a la testigo
principal. Como fruto de tal búsqueda, se aportaron nuevos datos y
precisiones, y fundamentalmente se obtuvieron los testimonios de
varios de las personas involucradas en el evento. Así ha sido
posible contrastar las diversas versiones, aunque con las
limitaciones que se advertirán más adelante.
A continuación
expondremos lo testimoniado por la Sra. Mauricia Holgado y Barrio,
madre de María Luisa H. de Amaya; la Sra. María Antinea, la Sra.
Soraida Escudero de Fernández; y el Sr. Agustín Romano
Gaeta.
Testimonio de la Sra. de Holgado y
Barrio
A pesar de que la madre de la Sra. de Amaya no
se incluye en el grupo de testigos, su relato posee innegable
relevancia porque fue la primera persona a quien la Sra. María
Luisa, contó su conmocionante experiencia. Y téngase en cuenta que
ello ocurrió pocas horas después del avistamiento. Por tal razón
hemos preferido reproducir textualmente su
testimonio.
Encuestador: Dr. Roberto Banchs
Tipo de
encuesta: Personal
Año: ca. 1985.
"El plato volador,
según lo vio mi hija era así, como dos platos (unidos por sus
bordes) sin que se junten. Entre ellos, una serie de "ventanas"
perpendiculares de esas que se abren y cierran, persianas, celosías.
Era como los trompos de los chicos, con la púa de la cual tirarse;
pues eso tenía, una en la base y otra arriba".
"Ellos venían
por la carretera, en Mendoza, después de dar un concierto, cuando
apareció eso a unos 500 metros en el campo. El marido de Antinea y
mi hija vieron el aparato y dijeron: ¡"No, si es un plato
volador!..." De la parte superior echaba un humito, como un morse.
Emitía una lucecita, verde otras veces roja. La parte de abajo
estaba como anclada, pero tenía un ligero balanceo pues, claro, era
más pequeña para mantener estable semejante volumen. También
escuchaba un suave zumbido".
"Pararon el coche -no por que
los detuviera el plato volador, no- y vieron a un individuo vestido
de buzo, con una escafandra de esas que tienen un cuello rígido.
Eran dos figuras, de aspecto humano, más bien bajos... Los pianistas
saben música y manejan el tiempo y la distancia, y mi hija era una
gran pianista y ella calculó que estarían a 500 metros; en el campo
se aprecia mejor. Y había uno con una rodilla en tierra y otro de
pie. El que estaba de pie ponía las manos, y el otro tomaba tierra y
la depositaba en las manos de aquel. Eso fue objetivamente. De
pronto, una especie de persiana se abrió y desaparecieron estos
individuos".
"Entonces el marido de Antinea y mi hija
quedaron en salir del coche y encaminarse hacia allí, pero el gitano
y su mujer -la pareja de bailarines-, comenzaron a dar gritos y
echarse en el fondo del coche, ¡y que no! Y María Antinea lo mismo.
Quedaron inmóviles... Todos los camiones que venían por la ruta,
según me contó mi hija, también se detuvieron para verlo. No fueron
ellos solos".
"Mi hija pudo percatarse que el movimiento de
las dos figuras eran como en cámara lenta. Dieron como tres pasos y
desaparecieron. No llegaron a ver cómo ingresaron, no. Vieron las
varillas de aquello que giraba y desaparecieron. ¡Y desapareció el
globo también! Pero de repente lo vieron encima del camino. Notaban
sólo la parte de abajo, que continuaba echando humo. Y así
estuvieron como media hora de camino, apareciendo y
desapareciendo".
"Se nota que la velocidad que llevan no está
hecha para el ojo humano. Hay cosas que no todos podemos ver ni
percibir... Hay ojos que ven más..."
"Bueno, cuando llegaron
a destino se dijeron unos a otros: "Sin decirnos nada, vamos a
dibujar cada cual como pueda lo que hemos visto". Y coincidieron
todos".
"Después ella me llamó alborozada. A la pobre no le
creyó nadie. Le creyó su madre. Es que las madres nos creemos todo,
gracias a Dios... Además se refugió en mí, por que yo le hacía
preguntas, y más preguntas. Me
interesaba..."
Testimonio de la Sra. Soraida Escudero
de Fernández (Sol)
Encuestador: José Ruesga
Montiel
Tipo de encuesta: Personal
Fecha: A fines de
1985
Lugar: España
Datos esenciales:
Corrobora
las circunstancias del viaje.
Divisaron a lo lejos un punto
luminoso de tono rojo, que en principio identificaron con un avión.
Sin embargo, aquel punto luminoso maniobraba como en círculos,
acercándose y alejándose a intervalos, descendiendo
paulatinamente.
Detuvieron el automóvil y alguien comentó que
aquello era un plato volador. Mientras tanto, el objeto se acercó a
unos 300 metros, más o menos, y de su forma circular y tono rojo, se
desprendieron luces troncónicas proyectadas contra el suelo, de
color amarillento, dando la impresión de querer
aterrizar.
Hubo miedo en los presentes, incluso recuerda que
una de las mujeres sufrió un ataque de histeria.
Hace
especial mención al intento del conductor por arrancar el vehículo y
aproximarse al objeto, sin resultado, ya que el automóvil no
respondía a sus demandas de marcha. Recién cuando el objeto se alejó
en cuestión de segundos (dato en el que pone mucho énfasis), el auto
arrancó sin dificultad. Ellos pensaron en los nervios del conductor,
antes que en un fallo del propio vehículo.
Sobre la presencia
de seres y ocupantes, y por el presunto aterrizaje del objeto,
Soraida dijo en ambos casos que nada de ello observó, si bien es
cierto que a la distancia avistada y por la emisión de esas extrañas
luces, dio la impresión de querer
aterrizar.
Testimonio de María Antinea (Sra. de
Kotliarenco)
Encuestador: Dr. Willy Smith
Tipo
de encuesta: Telefónica
Fecha: Mayo de 1987,
Lugar:
Texas, EE.UU.
Datos esenciales:
Corrobora las
circunstancias del viaje de San Rafael a Mendoza.
Lo primero
que vieron fue como un fuego, y pensaron que algo se estaría
quemando.
El objeto era redondo, como un "trompo", de unos 20
metros, con una luz azulada arriba y rojo en la parte inferior. Fue
percibido a una distancia considerable, más de 100 metros con
seguridad, posado en el suelo. No hubo oportunidad de preguntarle si
se habían bajado del coche.
Los artistas estaban
"sobrecogidos", pues el objeto se elevó verticalmente a una
velocidad vertiginosa.
Los integrantes del grupo decidieron
no mencionar el incidente por el temor de que los sospecharan de
querer hacerse propaganda como artistas.
Al llegar a la
radio, oyeron a otros dos señores comentar que habían visto
algo.
Testimonio del Sr. Agustín Romano
Gaeta
Encuestador: Dr. Banchs
Tipo de
encuesta: Personal
Fecha: Junio de 1987
Lugar:
Rosario, Santa Fe
Datos esenciales:
"Fue en 1954,
íbamos de San Rafael a Mendoza, después de hacer un espectáculo y
cenar algo allá. Serían las 2, 3 ó 3:30 horas".
"Iba
conduciendo el Buick, un coche grande. De ocho o nueve personas
íbamos en el auto... Enrique (Kotliarenco) hablaba para no quedarme
dormido, contábamos cuentos, de lo se trabajaba; de cosas
mundanas".
"De pronto, a mitad de camino aproximadamente, más
cerca de San Rafael, vi en el suelo esas luces. Vi el suelo
iluminado. Nadie se había dado cuenta, pero como venía manejando,
miré y dije: ¡mirá esa luz que hay allá! Y todos observamos. Yo lo
vi desde un principio, se hallaba en el suelo, el primero que lo vio
fui yo. Ahí detuve el auto y todos bajamos".
"Estaba a 200
metros y, al momento de salir del Buick, se elevó a unos 50 ó 100
metros y vino hacia nosotros, en línea recta, hasta acercarse a
otros 50, 100 metros. Ahí me asusté. Tenía forma romboidal, de 2 a 4
metros de lado, aparentemente. La luz provenía de la orilla, y al
centro como hueco. Era de distintos colores, por ahí se veía verde,
azul, colorado. Hacía una variación, pues parecía que se apagaba y
prendía".
"No había ruido, y tampoco humo, nada. Vino hacia
nosotros, y entonces tomó para arriba, en diagonal hacia las sierras
a enorme velocidad, hasta perderse en un minuto o
dos".
"Estábamos solos nosotros. Y ese es el temor que me
agarró, y a todos. Nos asustamos, pero sin entrar en pánico... Quien
se impresionó mucho fue la pianista. Habla de cosas que vio, porque
se impresionó. Es una ilusión óptica lo que ha tenido. ¿Figuras, de
seres?, no, eso no. Yo no lo vi. Era un aparato solamente. Al bajar
todos y empezar a subir el objeto, enseguida nos quisimos meter en
el auto para salir disparando... Luego tomó para las sierras, lo
hizo a una velocidad mayor aún".
Estudio comparativo
de los testimonios
En primer lugar es menester
destacar una importante dificultad inherente a las llamadas
reencuestas. El tiempo transcurrido, desde la ocurrencia del
incidente, ha debido necesariamente distorsionar, en mayor o menor
grado, los pormenores del episodio, en razón del natural
debilitamiento de los recuerdos. Diecisiete años, desde la primera
de mis entrevistas con la Sra. de Amaya; y los más de treinta años
transcurridos cuando el inicio de la reinvestigación posterior, sin
duda no configuran factores positivos como para pretender alcanzar
respuestas concluyentes respecto al caso. No es igual la riqueza y
exactitud de los pormenores viables de lograr en una investigación
de campo, ocurrida a pocos días de un evento OVNI, que
"contraencuestas" -¿en contra de quién o quiénes?- efectuadas varias
décadas más tarde.
A modo de acotación, y con referencia al
tema de las denominadas contraencuestas -un instrumento metodológico
predilecto de los sociopsicologistas- su significado aparece muy
claramente definido en las fuentes lexicográficas consultadas. Por
ejemplo, en el diccionario Kapelusz de la Lengua Española, ed. 1977,
leemos: preposición usada para señalar oposición y contrariedad (Es
su acepción más acostumbrada).
Y la sinonimia no hace sino
ratificar el sentido de una actitud negativa y confrontativa; véase
sino lo que nos dice extensamente el diccionario Océano de Sinónimos
y Antónimos, edición de Milenio: oposición, obstáculo, adversidad,
estorbo, objeción, contrariedad, antinomia, antagonismo, rivalidad,
enfrentamiento, etc.; y también repulsión, repulsa, odio,
hostilidad, enemistad, etc.
Su etimología latina concuerda
igualmente con todo lo antes mencionado: en su acepción adverbial,
contra, significa enfrente; de otra manera; al contrario, al revés
de lo que; contra lo que.
Por consiguiente, como aporte a
nuestra pureza idiomática es mejor relegar en el olvido, ese
infortunado galicismo fruto -pienso- de ciertas modas frívolamente
importadas.
El otro factor paradójicamente negativo para
intentar una reconstrucción precisa de los acontecimientos es la
multiplicidad de testigos involucrados. En situaciones
emocionalmente perturbadoras, los protagonistas reaccionan de
diferentes maneras; sus percepciones no son las mismas (por factores
de distancia, ubicación, aptitud visual, personalidad, etc.) y como
consecuencia, no es sorprendente que sus respectivos testimonios
muestren aspectos concordantes y discordantes. Dicho de otro modo:
no todos los testigos ven lo mismo, o bien describen o interpretan
de distinto modo lo que ven. Y esto aparece como una constante en
los casos de testigos múltiples (v.g. el incidente de San Carlos de
Bariloche, 31 de julio de 1995, en el informe elaborado por Juan
Pablo Gómez y el autor).
El testimonio mejor estructurado,
detallado y a la vez coherente, es sin duda el de la Sra. de Amaya;
ratificado por el relato de su madre (a quien lo narrara a poco de
ocurrido el evento, lo cual aporta un valioso elemento de juicio
para fundamentar las aseveraciones de su hija, por su inmediatez
temporal); y también por el Dr. García Holgado -quien me señaló en
su momento que su hermana había tenido una experiencia que
involucraba la presencia de OVNIs y entidades.
Además,
curiosamente, en su testimonio hay referencias a ciertos patrones de
comportamiento muy específicos -y no comunes- que por entonces, en
aquella época, no habían adquirido difusión popular ni periodística
y que incluso no eran familiares aún para muchos de los aficionados
al tema. Por ejemplo, respecto a las entidades se describen
elementos tales como torpeza o rigidez en el desplazamiento de sus
miembros inferiores; "el movimiento de las dos figuras era como en
cámara lenta". Además la testigo hace mención a que "no les
alcanzaba a ver los brazos". Sabido es ahora el hecho de que las
entidades, en ocasiones infrecuentes, parecen mostrar ciertos rasgos
anómalos en sus extremidades. En tales incidentes, los testigos
afirman no haber podido percibir los brazos de los tripulantes
porque parecían no tenerlos, o bien los llevaban extrañamente
pegados al cuerpo. Cabe agregar también como datos sugestivos el uso
de dispositivos semejantes a escafandras (recordemos que las
observaciones de entidades con esas características recién comienzan
a irrumpir en las noticias de diarios franceses a mediados del año
1954); y actividades que sugerían la recolección de muestras del
terreno.
En lo concerniente al supuesto OVNI, la descripción
de la testigo refiere detalles tales como maniobras físicamente
imposibles en la fase de "seguimiento" (movimientos en zigzag,
detenciones bruscas, giros en ángulos agudos, y cambios de posición
casi instantáneos); la emanación de una especie de neblina o vapor
(que nos recuerda el caso de Trancas); la apertura de una puerta
corrediza en la estructura del objeto, no advertida inicialmente:
"de pronto, esa especie de persiana se abrió y desaparecieron estos
individuos"; o la luminosidad azulada emitida por el fenómeno,
semejante a la producida por una soldadura autógena.
Creemos
poco probable que todos estos pormenores fueran conocidos por la
testigo, cuya información sobre el tema OVNI antes de su experiencia
era, como ya subrayáramos, muy superficial o casi nula.
Los
testimonios de las Sras. María Antinea y de Sol aportan historias
fragmentadas; pero hay que resaltar las circunstancias limitativas
de los mismos. En el caso de María Antinea, su relato se redujo a
una breve conversación telefónica, agravada por la hipoacusia que
afectaba a la testigo. Tampoco se le preguntó acerca de la supuesta
presencia de entidades como las descritas por la Sra. de Amaya, de
modo que no fue posible ni corroborar ni refutar ese segmento del
testimonio. Con esa excepción, María Antinea concuerda a grandes
rasgos con las diversas fases señalas al tratar la atestación de la
Sra. de Amaya. Obsérvese, al respecto, que confirma la mención sobre
que otras personas habían visto en la ruta algún fenómeno
anormal.
En cuanto a la Sra. Soraida Escudero, no observó el
supuesto aterrizaje del objeto ni tampoco la presencia de sus
ocupantes. Sin embargo, reconoció que a la distancia avistada y por
la luminosidad que fenómeno emitía, dio la impresión de querer
aterrizar. En otros aspectos del caso, la versión de la testigo
contradice o al menos no corrobora la narración de la Sra. de Amaya;
aunque el encuestador hace mención a sus dificultades para recordar
pormenores del incidente, y que incluso no recuerda la fecha precisa
en que el mismo ocurriera. Un detalle curioso en el testimonio de
Sol es que al referirse al comportamiento cinemático del fenómeno
luminoso, dice: "Maniobraba como en círculos, acercándose y
alejándose a intervalos, descendiendo paulatinamente". Y esta
descripción guarda similitud con la fase 6 del testimonio de la Sra.
de Amaya (véase supra).
El testimonio del Sr. Romano Gaeta,
ofrece datos más precisos y detallados que en los dos casos
anteriores, seguramente en razón de las condiciones que tuvo lugar
la entrevista. Las circunstancias iniciales que su relato describe,
confirman con mucha aproximación (las diferencias son leves) la
narración de la Sra. de Amaya. Corrobora también que fue él quien
manejaba el auto y el que primero divisó, en el suelo, una luz que
llamó su propia atención y la de los demás integrantes del
grupo.
Pero, partir de este primer segmento testimonial, la
versión de Romano Gaeta difiere notablemente respecto a la de
Amaya.
La descripción del objeto muestra características
disímiles -aunque sí habla de "objeto" y no sólo de una luz- pero
las circunstancias del avistamiento en cuanto a secuencias,
distancias, colores y formas no son iguales. Sin embargo, concuerda
en que el "objeto" levantó vuelo y se acercó velozmente hacia el
grupo de testigos, provocando temor en todos ellos y su apresurado
alejamiento.
El Sr. Romano Gaeta, si bien reconoce que el
amedrentamiento fue generalizado, subraya el pánico de la Sra. de
Amaya, y atribuye a esa causa su visión de las entidades humanoides,
a las cuales él no vio en momento alguno.
Por fin, admite que
la sugerencia en cuanto a mantener en reserva la experiencia
sufrida, surgió de su propia iniciativa.
Del conjunto de
testimonios que hemos mostrado, surgen también fuertes indicios
acerca del momento preciso en que las personas del grupo
experimentaron la sensación de miedo. No antes de que el objeto
iniciara sus movimientos de acercamiento; fue esa aproximación
inesperada lo que evidentemente atemorizó a los testigos y los forzó
a emprender una verdadera fuga. Debió tratarse necesariamente de un
estímulo visual no sólo de ostensible inhabitualidad, sino también
con características tales que las personas interpretaron como
atemorizantes.
En la tabulación que se muestra en folio
aparte, aparecen en un formato de fácil lectura, los elementos
testimoniales, aportados por los diversos testigos, en que se
aprecian las discordancias, similitudes y contradicciones que
emergen del estudio comparado., relativos a los aspectos esenciales
del avistamiento.
María Luisa G.H. de
Amaya Mauricia Holgadoy Barrio Soraida Escudero de
Fernández María Antinea de Kotliarenco
Mauricio Romano
Gaeta
Fase 1: Comienzo del viaje Desde San Rafael a
Mendoza, luego de actividades artísticas. Cena a la madrugada: 3:30;
6 ó 7 personas en un auto de gran
capacidad Coincidente Coincidente Coincidente Coincidente
Fase
2: Avistamiento de una luminosidad Romano Gaeta llamó la
atención sobre un resplandor a la vera del
camino Coincidente Divisaron a lo lejos un punto luminoso
color rojo Vieron como un fuego y pensaron que algo se estaría
quemando Vio el suelo iluminado. Fue el primero en
percibirlo
Fase 3: Percepción del objeto Posado en el
suelo. Dos platos hondos superpuestos. Luminosidad irradiaba desde
zona ecuatorial Coincidente No concuerda Luz roja; rayos
proyectados hacia el suelo Era redondo, "como un trompo", de unos
20 metros, con luz azulada arriba y roja abajo Posado en el
suelo. Formas y colores no concuerdan. Luz desde las
orillas
Fase 4: Percepción de entidades Dos figuras
humanas. Cascos o escafandras y buzo enterizo. Ingresaron al objeto
por puerta corrediza Coincidente No concuerda No vio
seres Sin mención No concuerda No vio seres
Fase
5: Presunto seguimiento El objeto los persiguió. Movimientos
anómalos Sin mención No concuerda No concuerda Objeto se
elevó verticalmente No concuerda Objeto se acercó y luego
alejó
Conclusiones
En la primera
encuesta realizada por el autor hacia el año 1973, al cabo de una
evaluación de su contenido, y a la luz de los datos recopilados por
entonces, se arribó a la siguiente conclusión: "Resumiendo;
consideramos que el relato de la Sra. de Amaya merece fe, pues no
hay motivos de peso para sospechar un fraude. Ni la personalidad de
la testigo concuerda con semejante presunción ni la circunstancia de
que durante años mantuviera su experiencia dentro del más íntimo
círculo familiar favorece tampoco la hipótesis de una posible
mixtificación".
Aún hoy, revisando este caso, con el aporte
de información complementaria, pensamos que lo expresado respecto a
la validez del mismo, conserva plena vigencia. Por añadidura, la
probabilidad de que la testigo haya malinterpretado un fenómeno
natural conocido o algún artefacto de confección humana resulta
mínima, si se tiene en cuenta la proximidad de la testigo al objeto
inusual percibido, la riqueza de detalles descritos y las favorables
condiciones de visibilidad existentes la noche del
avistamiento.
Las sugerencias del Dr. Banchs en el sentido de
que la Sra. de Amaya hubiera caído en un agudo estado crepuscular, y
sufrido una experiencia irreal, un delirio alucinatorio producido,
según esta interpretación, por una intensa reacción de miedo, se
insertan en un campo especulativo, desde una postura evidentemente
psicologista. Es importante destacar que el mencionado investigador
nunca llegó a tener contacto personal con la Sra. de Amaya, pues
ésta había fallecido casi una década antes de implementada la
reencuesta. Se trata, en consecuencia, de una opinión conjetural, no
fundada sobre el conocimiento directo del sujeto. Así parece
reconocerlo prudentemente el propio Banchs al decir: "Desde luego,
no podría ser nuestro propósito formular algún tipo de diagnóstico,
o cosa parecida".
De cualquier modo, considerados
globalmente, los relatos expuestos permiten arribar a una conclusión
insoslayable: algo inusitado, fuera de lo habitual, y atemorizante
(pues todos los testimonios hablan sin excepción del temor que, en
mayor o menor grado, afectó a los testigos) ocurrió en la madrugada
del 28 de diciembre de 1954. Recuérdese también que la actitud del
grupo antes del incidente había sido normal, sin expectativas de
tener un encuentro con algún fenómeno misterioso; sólo hablaban de
temas cotidianos y familiares. Aún aceptando que la Sra. de Amaya
sufriera un ataque de histeria, el mismo tendría que haber sido
provocado por un estímulo excepcional e intimidante. Si el terror de
la testigo desencadenó una sucesión de imágenes y acontecimientos
tan bien hilvanados y coherentes (y con ciertos datos específicos y
pocos divulgados del tema OVNI, como los antes mencionados)
necesariamente ese pánico debió estar relacionado de manera causal
con algún fenómeno externo que poseía las características de
inhabitualidad arriba señaladas.
En definitiva: como sucede
con la mayoría de los eventos OVNI, dada la extrema evasividad que
caracteriza al fenómeno, nunca se podrá determinar categóricamente
qué fue específicamente lo observado por esas personas en la ocasión
mencionada y que incluso los decidió a no hacer pública sus
experiencias al llegar a la ciudad de Mendoza.
Restan muchos
puntos dudosos. Fundamentalmente -y este dato es de singular
importancia- ¿quiénes bajaron del auto y quiénes permanecieron en
él? ¿bajaron todos, como rememora Romano Gaeta? ¿Sólo Kotliarenco y
Amaya? Es decisiva la respuesta a tales interrogantes, pues parece
obvio que aquellos que descendieron del vehículo y se acercaron al
objeto debieron tener necesariamente una percepción muy distinta;
sin duda más pormenorizada y amplia. ¿Y cuál fue la duración de todo
el episodio? Sólo la Sra. de Amaya menciona un cifra
horaria.
Por fin, ¿hubo realmente otros testigos, aparte de
los integrantes del grupo artístico? Amaya y Antinea, en sus
respectivos testimonios así lo señalan. Muy valiosa sería una
prolija compulsa en los archivos de los diarios locales para
confirmar o no estas aseveraciones.
Concluyendo: en lo que
concierne al caso de Mendoza la incógnita que subsiste es la
siguiente: ¿se trató en realidad de un encuentro cercano del Tercer
Tipo (CE-3), como se desprendería de la versión proporcionada por la
Sra. de Amaya; o bien de un objeto desconocido y anómalo percibido a
corta distancia del suelo (CE-1)?
Cualquiera fuera la
respuesta para tales interrogantes, en ambos casos siempre
estaríamos frente a una experiencia OVNI cuya relevancia no puede
subestimarse. Pensamos que ella posee muy alto valor de evidencia
dentro de la casuística ufológica argentina.
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